Frecuentemente la quiebra es el resultado indeseable de no haber identificado los errores financieros de las empresas a tiempo y de haber persistido en ellos. Tanto el sobreendeudamiento, la falta de un colchón financiero, la adquisición de patrimonio improductivo y la falta de previsión ante la inflación son desencadenantes de la bancarrota.

En el lenguaje de las finanzas, se define como aquella situación definitiva en donde el patrimonio es negativo; es decir, en donde los pasivos (como las deudas y las obligaciones financieras con terceros) superan los activos (como los bienes y derechos, que reportan beneficios económicos).

El sobreendeudamiento ha llegado a un punto tal que es imposible cumplirle a los acreedores; aunque se refinancien las deudas y se extiendan los plazos, será matemáticamente imposible aumentar los activos. Literalmente no hay dinero ni recurso alguno que permita seguir con la actividad económica que se venía desarrollando.

Es una situación irreversible, de modo que no hay forma de remediarlo. Lo que sigue a la quiebra es la liquidación de los bienes que aún tengan algún valor. Es un proceso jurídico en donde el objetivo es lograr que los acreedores recuperen una parte del dinero invertido.

Camilo Camargo González.
Profesional en Filosofía y Letras.
Universidad de Caldas.